Después de 16 años, NEEK-DNA sigue marcando pieles y trayectorias: artistas que comenzaron como clientes ahora son referentes del tatuaje profesional.
Después de 16 años de existencia, NEEK-DNA no solo ha evolucionado como marca: ha sido testigo y cómplice del crecimiento de toda una comunidad artística. Desde aquellos primeros tatuajes cuidados con su pomada insignia, hasta hoy con una línea profesional completa, la marca ha caminado junto a miles de personas en sus procesos personales y creativos. Muchos de quienes comenzaron como clientes, simplemente buscando cómo cuidar su piel recién tatuada, hoy son artistas reconocidos que han hecho del tatuaje su vida.
Esta es la historia de uno de ellos: Alien, tatuador profesional, cuya conexión con NEEK-DNA comenzó mucho antes de imaginar que su vida estaría marcada —literalmente— por la tinta.
Mi historia con NEEK-DNA: un viaje personal que comenzó antes del primer trazo
Por Alien
Mi historia con NEEK-DNA no es una anécdota sobre productos. Es un recuerdo vivo, un punto de partida y una constante en mi camino. No comenzó cuando ya era tatuador, ni cuando abrí un estudio. Comenzó mucho antes, en un momento muy personal.
Nací en la Ciudad de México en 1992, pero mi infancia y adolescencia las viví en Cuernavaca, Morelos. Fue hasta mis 20 años que regresé a la CDMX para empezar de nuevo. Llegué sin conocer a muchas personas, sin una red de apoyo y, mucho menos, sin saber que terminaría dedicándome al tatuaje.
Todo comenzó en uno de los primeros estudios que visité como cliente. Aún puedo ver la escena: me estaban tatuando por primera vez, todo era nuevo, emocionante y un poco aterrador. En la mesa del estudio vi un pequeño frasco blanco con detalles verdes. Me dijeron que era una pomada para cuidar mi tatuaje, y la compré.
Era NEEK-DNA.
Desde ese día, ese aroma tan particular se quedó conmigo. Me recordaba que algo había cambiado en mí: mi cuerpo ya contaba una historia nueva, y esa pomada me ayudaba a cuidar esa historia. Jamás pensé que años después volvería a encontrar esa misma marca… pero esta vez desde el otro lado de la aguja.
Pasaron más de once años. En ese tiempo, la vida me llevó a caminos que jamás imaginé. Descubrí el tatuaje como una forma de vida. Aprendí, practiqué, me equivoqué y volví a empezar. Me formé como artista. Y un día, navegando por redes sociales, apareció una historia: era NEEK-DNA. La misma marca. El mismo frasco, pero con una propuesta aún más completa y profesional.
No lo podía creer.
Habían pasado tantos años y ahí estaban: firmes, vigentes y con una línea de productos que hablaba el mismo idioma que yo. Porque sí, NEEK-DNA no solo siguió en el mercado. Creció, evolucionó y se convirtió en una marca de culto para quienes vivimos del tatuaje.
Hoy uso su pomada con el mismo respeto que la primera vez. Pero también uso su crema humectante, el gel limpiador, el bálsamo para tatuar y el solidificador. Cada uno de estos productos no solo cumple su función: están pensados, desarrollados y formulados con conciencia. No contienen colorantes innecesarios, ni rellenos que sobran. Están hechos para cuidar la piel, para acompañar procesos reales, para respetar tanto al cuerpo como al arte.
Y eso, como artista, se agradece profundamente.
NEEK-DNA no es una marca que llegó a llenar un hueco. Es una marca que entiende. Que respeta. Que escucha. Y que se mantiene fiel a una esencia que quienes llevamos años tatuando reconocemos de inmediato: autenticidad.
A veces me detengo a pensar en ese chico de 20 años que no sabía lo que venía. Ese que compró una pomada sin imaginar que más de una década después seguiría usándola, pero ahora en su propio estudio, en sus propios clientes, con sus propias historias.
NEEK-DNA me ha acompañado antes, durante y después de cada tatuaje.
Desde el primer cuidado, pasando por sesiones largas de trabajo, hasta los consejos que le doy a cada persona que se tatúa conmigo, ahí está la marca. Siempre presente, siempre cercana.
Y no soy el único. Sé de muchos colegas que vivieron lo mismo: comenzaron como clientes, luego descubrieron el tatuaje como pasión, y con el tiempo, se convirtieron en artistas. Todos tenemos ese recuerdo común. Ese frasco. Ese aroma. Ese primer tatuaje cuidado con cariño.
Por eso, recomiendo NEEK-DNA con total confianza. No porque sea una marca mexicana (aunque eso me llena de orgullo), ni porque esté de moda, sino porque ha sido parte real de mi camino. Porque sé que detrás de cada producto hay experiencia, respeto por el arte y un compromiso genuino por hacer las cosas bien.
Para mí, NEEK-DNA no es solo una pomada, ni un producto más en el mercado.
Es parte de mi historia.
Es parte de lo que soy.
Gracias por seguir aquí, por crecer con nosotros y por ser una marca que no solo deja huella, sino que también la cuida.
— Alien